
Santo Domingo, R.D. – A cuatro días del colapso del techo de la discoteca Jet Set, el dolor y la incertidumbre continúan marcando el panorama en las afueras del Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), donde decenas de familiares permanecen bajo lluvias intermitentes y en carpas improvisadas, esperando con angustia noticias sobre sus seres queridos.
La tragedia, ocurrida la madrugada del pasado martes 8 de abril, dejó un saldo oficial de 221 personas fallecidas y 189 rescatadas con vida, según el más reciente informe de las autoridades.
Sin embargo, para muchos dolientes, el proceso de identificación y entrega de los cuerpos ha sido lento y frustrante. En medio del llanto, una madre suplicaba este viernes que le entregaran los restos del padre de su hija para poder darle cristiana sepultura.
“Solo queremos poder despedirnos, darle paz a los nuestros. Ya no aguantamos más”, expresó entre lágrimas una mujer que prefirió no revelar su nombre.
Familiares también expresaron su indignación por lo que consideran una cobertura mediática y atención oficial desproporcionada hacia las figuras públicas fallecidas, dejando a un lado a empleados del lugar, personal de seguridad y asistentes al evento que también perdieron la vida.
Algunos incluso señalaron al empresario Antonio Espaillat, vinculado al establecimiento, como principal responsable de la tragedia, exigiendo que se determinen responsabilidades claras por lo ocurrido.
Mientras tanto, el INACIF ha implementado la colocación de pantallas para el reconocimiento visual y ha reforzado el proceso de entrevistas a familiares, como parte de los protocolos de identificación. Las labores de recuperación de cuerpos concluyeron este jueves, pero el proceso de entrega aún continúa.
Las autoridades han asegurado que están trabajando con el mayor esfuerzo para completar el proceso, pero reconocen que la magnitud de la tragedia ha exigido la contratación de más forenses y personal técnico para agilizar la identificación de las víctimas.
El país sigue de luto y las familias, aferradas a la esperanza, exigen respuesta, justicia y dignidad en medio del sufrimiento.